lunes, 10 de febrero de 2014

MUERTE DE CALISTO

ESCENA: MUERTE DE CALISTO






Esta escena de la obra de La Celestina nos muestra el momento en que Melibea y Calisto se encuentran de nuevo. Pármeno y Sempronio han muerto, ya que por sus ansias de beneficiarse asesinaron a Celestina y no tubieron mas remedio que saltar por una ventana si no querian ser capturados por la justícia. Melibea y Calisto se mueren de deseo por estar juntos,estan en pleno frenesi, la pasión puede con ellos en esto que Calisto escucha unos ruidos de lucha debajo de los jardines donde se habian encontrado. Va a comprobar el motivo del altercado y tropieza fatalmente. Melibea rota de dolor por la muerte de su amado Calisto, decide acabar con su vida pero no con su amor eterno hacia Calisto. Desde lo alto de la torre les comunica a sus padres, Pleberio y Alisa, que sin su amado junto a ella no tiene sentido su vida, y salta.

martes, 21 de enero de 2014

Resumen acto XVII, XVIII, XIX, XX Y XXI

ACTO XVII

Elicia se da cuenta de que es insensato llorar la muerte de Sempronio; su luto parece ausentar las visitas a su casa. Recuerda el buen consejo de Celestina:

El diablo me da tener dolor por quien no sé si, yo muerta, lo tuviera. Osadas, que me dijo ella a mí lo cierto: nunca, hermana, traigas ni muestres más pena por el mal ni muerte de otro que él hiciera por ti. Sempronio holgara, yo muerta; pues ¿por qué, loca, me peno yo por él degollado? ¿Y qué sé si me matara a mí, como era acelerado y loco, como hizo a aquella vieja que tenía yo por madre?

Decide quitarse el luto y tramar con Areusa cómo vengarse de Calisto. Vuelve, pues, a casa de Areúsa.
Estando allí, llega Sosia a visitar a Areúsa. Elicia se esconde. Aquella se muestra muy afable y trata de engatusar al recién llegado. Sosia revela la hora y el camino por donde irán al huerto de Melibea. Cuando Sosia sale, Areusa se felicita por sus mañas para engañar a Sosia tan gran facilidad. Ella no tenía nada que envidiar a Celestina:

Así sé yo tratar los tales, así sale de mis manos los asnos, apaleados como éste; y los locos, corridos; y los discretos, espantados; y los devotos, alterados; y los castos, encendidos. Pues, prima, aprende, que otra arte es ésta que la de Celestina; aunque ella me tenía por boba, porque me quería yo serlo.

Tras sacarle el secreto, despide a Sosia fingiendo tener muchas ocupaciones.

ACTO XVIII

Elicia y Areusa van a la casa de Centurio para convencerle a tomar la venganza en Calisto y Melibea. Centurio explica que él hará cualquier cosa que Areusa le pida y que esté dentro de sus posibilidades, entre las que enumera algunas:

Mándame tú, señora, cosa que yo sepa hazer, cosa que sea de mi oficio. Un desafío con tres juntos, y si más vinieren, que no huya, por tu amor; matar un hombre; cortar una pierna o brazo; harpar el gesto de alguna que se haya igualado contigo: estas tales cosas, antes serán hechas que encomendadas.

Areúsa quiere que las vengue, a ella y Elicia, de un caballero llamado Calisto. Centurio está dispuesto a matarle sin darle tiempo a confesarse:

Enviémosle a comer al infierno sin confessión.

Cuando le hacen saber que le acompañarían dos de sus mozos, aprovecha para hacer un elogio a su espada:

Pequeña presa es essa, poco ceuo tiene ay mi espada. Mejor ceuara ella en otra parte esta noche, que estaua concertada. ... Si mi espada dixesse lo que haze, tiempo le faltaría para hablar. ¿Quién sino ella puebla los más cementerios? ¿Quién haze ricos los cirujanos de esta tierra? ¿Quién da contino quehazer a los armeros? ¿Quién destroza la malla muy fina?


ACTO XIX

De camino al huerto de Melibea, Sosia le comenta a Tristán lo de su nueva amistad con Areúsa, tan hermosa, tan bien arreada, tan bien perfumada, con manos blancas como la nieve, dispuesta a entregársele. Tristán le aconseja ser prudente y no fiarse de ese tipo de mujeres, pues quizás, lo que quería era averiguar el camino por donde iban a ir al huerto. Llegados al huerto, Calisto ordena poner la escalera y callar, pues quiere escuchar las cancioncillas que entona Melibea y Lucrecia. Cantan a dúo:

Lucrecia y Melibea:

Dulces árboles Sombrosos,
humilláos quando veays

aquellos ojos graciosos
del que tanto desseays.

Estrellas que relumbrays,
norte y luzero del día ,¿Por qué no le despertays,
si duerme mi alegría?

Calisto no puede esperar más y se presenta ante Melibea. La anima a que siga cantando. Para ella, la inspiración provenía del deseo de ver a su amado, al que ya tenía delante. Mientras habla, Calisto trata de desnudarla. Melibea muestra ciertos reparos ante la acostumbrada impaciencia y violencia de su amado:

no me destroces ni maltrates como sueles. ¿Qué provecho te trae dañar mis vestiduras?

Calisto, como voraz de halcón que quiere devorar su presa, le responde:

Señora, el que quiere comer el ave, quita primero las plumas.

En el transfondo, Lucrecia esta observando a los amantes y se deshace de dentera. Del otro lado de la tapia llegan gritos de los criados que parecen estar enzarzados en un altercado con Traso y su pandilla. Calisto, a los ruidos, se desprende de Malibea y sube apresuradamente las escalera para ayudar a sus mozos. Melibea queda nerviosa ante lo que le pueda pasar a su amante. Tristán le dice a su amo que no baje, que solo se traraba de unos bellacos que pasaban dando voces. Recomienda a su amo que baje con cuidado. Calisto resbala y cae pidiendo confesión. Yace en el suelo inerte, sin habla.
Los criados le dan por muerto. Meliba y Lucrecia escucha al otro lado de la tapia. Oyen decir a Tristán:

¿Oh mi señor y mi bien muerto! ¡¡Oh mi señor despeñado! ¡¡Oh triste muerte sin confessión! Coge, Sosia, esos sesos de esos cantos, júntalos con la cabeza del desdichado amo nuestro. ¡¡Oh día de aziago! !Oh arrebatado fin!

Lucrecia persuade a la doncella a ir a su cámara. Decide llamar a los padres y fingir otro mal..

ACTO XX

Lucrecia va a la cámara de Pleberio y le manda a venir a ver a Melibea. Pleberio se alarma al ver a su hija tan desconsolada:

¿Qué dolor puede ser, que iguale con ver yo el tuyo? Tu madre está sin seso en oir tu mal. No pudo venir a verte de turbada. Esfuerza tu fuerza, abiva tu corazón, arréciate de manera que puedas tú conmigo ir a visitar a ella. Dime, ánima mia, la causa de tu sentimiento.

Melibea quiere subir con su padre a la azotea para mirar el paisaje y los navíos, a ver si así afloja su congoja. Pide que le traigan algún instrumento para acompañar el canto y mitigar así su dolor. Pleberio pide a Lucrecia que le acompañe. Melibea llama a ésta para comunicarle un mensaje que quiere enviar a su madre. Desde lo más alto de la torreta, recita Melibea detalladamente a su padre, quien desde abajo la escucha, sus tratos con Celestina, sus amoríos con Calisto y la muerte del desdichado. Muerto su amor, sería injusto, añade, que ella siguiera con vida.

¿Qué crueldad sería, padre mío, muriendo él despeñado, que viviese yo penada? Su muerte convida a la mía, comvídame y fuerza que sea presto, sin dilación, muéstrame que ha de ser despeñada por seguirle en todo. y así contentarle he en la muerte, pues no tube tiempo en la vida. ¡¡Oh mi amor y señor Calisto! Espérame, ya voy; detente, si me esperas; no me incuses la tardanza que hago,dando esta ultima cuenta a mi viejo padre, pues le debo mucho más. ¡¡Oh padre mio muy amado! Ruégote, si amor en esta pasada y penosa vida me has tenido, que sean juntas nuestras sepulturas: juntas nos hagan nuestras exequias. algunas consolatorias palabras te diría antes de mi agradable fin ... veo tus lágrimas malsufridas descender por tu arrugada faz. Salúdame a mi cara y amada madre: sepa de ti largamente la triste razón porque muero ... gran dolor llevo de mí, mayor de ti, muy mayor de mi vieja madre. Dios quede contigo y con ella. A él ofrezco mi ánima. Pon tú en cobro este cuerpo, que allí baxa.

ACTO XXI

Pleberio vuelve a su cámara. Alisa le pregunta por qué está tan triste. Pleberio recita una larga lamentación. Lamenta el desengaño y la futilidad de su vida y su trabajo; la inutilidad de las riquezas que había almacenado en beneficio de su hija. Maldice a la fortuna por haberle privado del gran consuelo de su vejez, maldice el amor. Concluye con estas palabras:
Del mundo me quejo, porque en sí me crió, porque no me dando vida, no engendrara en él a Melibea; no nacida, no amara; no amando, cesara mi quejosa y desconsolada postrimería. ¡¡O hmi compañera buena! ¡¡mi hija despedaççada! ¿Por qué no quisiste que estorbasse tu muerte? ¿Por qué no hubiste lástima de tu querida y amada madre?
¿Por qué te mostraste tan cruel con tu viejo padre? ¿Por qué me dexaste, quando yo te había de dexar? ¿Por qué me dexaste penado? ¿Por qué me dexaste triste y solo in hac lachrymarum valle.

domingo, 19 de enero de 2014

PERSONAJES

INTRODUCCIÓN

Fernando de Rojas hace  un poderoso trazo de sus personajes, que aparecen ante el lector dotados de vida, con profundidad psicológica, son seres humanos con una caracterización interna excepcional, lo que los aleja de los 'tipos' tan usuales en la literatura medieval y del momento. Sin embargo, algunos críticos sólo han visto en ellos alegorías extratextuales.

Fernando de Rojas gusta de crear los personajes en parejas para ayudarse a construir el carácter de cada uno por medio de relaciones de complementariedad y oposición. Así, se constituyen a lo largo de la obra dos grupos de personajes opuestos, los siervos y los señores, y en ambos grupos los personajes se agrupan por parejas: Pármeno y Sempronio, Tristán y Sosia, Elicia y Areusa, en el mundo de los siervos; Calisto y Melibea, Pleberio y Alisa, en el mundo de los señores. Solamente Celestina y Lucrecia no tienen correspondencia, pero es porque su oposición es vertebral en la historia: Celestina constituye el elemento catalizador de la tragedia, al representar el desenfreno vital, mientras que Lucrecia, criada de Melibea, representa el extremo de toda represión. En ese sentido, el personaje del bribón Centurio añadido a la segunda versión de la obra resulta un añadido poco funcional, aunque tiene algo que ver en los desórdenes que llaman la atención de Calisto y hacen que se mate.


PERSONAJES


CALISTO


Calisto es un joven de la alta sociedad a quien solamente le preocupa satisfacer sus deseos, atropellando a quien sea para conseguirlo. Su cinismo le hace despreciar la sinceridad de su criado Pármeno cuando este le advierte de los peligros que corre. En Calisto no se observan verdaderas crisis, es una persona realmente egoísta. Es el personaje más cargado de literatura, más voluntariamente artificioso. Encarna el 'loco amor', del que es víctima: figura trágica y antiheroica. Tras la escena primera (rechazo de Melibea a Calisto) se da el amor ilícito, no se insinúa el matrimonio y se recurre a la alcahueta. En todo caso, cabe recordar que el amor ilícito o escondido se encuentra muy arraigado en la lírica popular peninsular. Enamorado absorbido por su pasión para satisfacerla. Sus criados ridiculizan la afectación de su lenguaje.

CELESTINA


Celestina es el personaje más sugestivo de la obra y la protagonista indiscutible de dicha obra aunque el tema se centre más en el amor y la pasión de Calisto y Melibea, es un personaje pintoresco y vívido, es hedonista(basada en la búsqueda del placer y la supresión del dolor y de las angustias, como objetivo o razón de ser de la vida.)
, avara y vital. Conoce a fondo la psicología del resto de los personajes, haciendo que incluso los reticentes con sus planes cedan a ellos. Sus móviles son la codicia, el apetito sexual (que sacia facilitando e incluso presenciando) y amor al poder psicológico. Se inspira en el personaje de la alcahueta que ya había aparecido en las comedias romanas de Plauto y a lo largo de la Edad Media en obras como el Libro de Buen Amor de Juan Ruiz (Arcipreste de Hita).
Antaño fue una meretriz, ahora se dedica a concertar discretamente citas amorosas a quien se lo pide al mismo tiempo que utiliza su casa para que las prostitutas Elicia y Areusa puedan ejercer su oficio. Utiliza para penetrar en las casas el artificio de vender afeites, hierbas, ovillos y adornos para las mozas; como alcahueta considera estar haciendo un oficio útil y como tal tiene su orgullo profesional. Le gusta el vino y es diabólicamente inteligente y utiliza su experiencia para manipular psicológicamente a los demás, pero sin embargo nubla su entendimiento el defecto de la codicia. Además es una bruja y hechicera que hace un pacto con Plutón, máscara pagana que encubre en realidad al demonio, y en la Tragicomedia las adiciones de Rojas subrayan este hecho.

MELIBEA

Melibea es una mujer vehemente, que pasa de la resistencia a la absoluta entrega a Calisto sin apenas tránsito de duda; en ella la represión aparece como forzada y antinatural; se siente esclava de una hipocresía que se le ha inculcado desde pequeña en su casa. En la obra se intenta hacerla víctima de una pasión cegadora inculcada por el hechizo de Celestina. Actúa regida por su conciencia social. Lo que ella cuida es su externo concepto del honor: no hay pudor personal ni sujeciones morales. Su pasión es más real y menos literaria que la de Calisto; sería la lujuria más que el amor el motor de sus acciones, si pensamos que no es la magia la que la hace cambiar de opinión respecto a Calisto, pensaremos que todo es un 'plan' de Melibea en el que él hace los gastos y Celestina se esfuerza para que sea ella la que disfrute. Lo único que le saldría mal es la muerte de Calisto, que la deja en una delicada posición moral. Finalmente se suicida.

PÁRMENO

Pármeno es seguramente el personaje más trágico de la obra, porque es corrompido por todos los demás personajes. Al ser hijo de la maestra y en sus tiempos compañera de Celestina, intenta advertir a su señor de los peligros que le pueden venir; pero es humillado por éste. Su lealtad termina de derrumbarse al ser seducido por una de las pupilas de Celestina, que ha de sufragar con unos medios de los que carece de forma que se ve obligado a participar en la corrupción de su señor al mismo tiempo que se corrompe él mismo. La pasión material del amor que acaba de descubrir le ciega y ya sólo pretende aprovecharse de la pasión de Calisto al igual que su compañero, el más cínico Sempronio. Tiene cierto paralelismo con Melibea, quien también se niega en principio a seguir la corriente corruptora.

SEMPRONIO

Sempronio hace tiempo ya que ha perdido cualquier ideal sobre los amos a los que sirve y solamente pretende aprovecharse de ellos con egoísmo y codicia. Mantiene una relación con una de las prostitutas de Celestina, que a su vez le engaña, y es el dueño de la idea de aprovecharse de Calisto para poder mantener su pasión a costa de la de su señor, en él se ve la ruptura de los lazos feudales amo-siervo.

ELICIA Y AREUSA

Elicia y Areusa son dos prostitutas que odian en el fondo a los hombres y a las aficionadas como Melibea; son rencorosas, envidian a Melibea y pretenden que Centurio vengue la muerte de sus amantes, los criados de Calisto. Una tiene clientela fija y casa, la otra, menos experimentada, todavía no. Elicia sólo busca el placer con despreocupación de lo que pasa a su alrededor y de lo que no sea placentero; no le preocupa ni su pasado ni su futuro. Sólo la muerte de Celestina la hace volver a la realidad. Areúsa presenta una conciencia de sí misma más acusada. La venganza que trama junto a Elicia no es realmente por la muerte de sus amantes, sino más bien por el desamparo en el que quedan y por el odio que siente.

PLEBRIO Y ALISA(padres de Melibea)

Alisa es la madre de Melibea y no mantiene una verdadera relación con su hija; se limita a especular sobre su matrimonio sin haberle consultado apenas.
Pleberio es el padre demasiado ocupado que ama a su única hija y ve cómo su vida pierde todo sentido al suicidarse ésta, por lo cual declama el planto final de la obra, un lamento por el poder del amor donde sufre por la soledad y esterilidad a la que le ha condenado el destino tras tanto esfuerzo sin fruto.


viernes, 17 de enero de 2014

Fernando de Rojas

Fernando de Rojas, dramaturgo español, autor de “ La Celestina”, considerada una de las obras cumbre de la historia de la literatura española y la mas importante sin ninguna duda entre la transición de la Edad Media y el Renacimiento.
Nació en La Puebla de Montalbán, Toledo, hacia 1470, en el seno de una familia de judíos conversos que reaparece en posteriores procesos inquisitoriales por mantener el judaísmo a escondidas de la inquisición. Rojas ayudó a miembros de su familia, los llamados marranos, afectados por las persecuciones de la inquisición. Su familia habría sido perseguida y él mismo aparece en documentos, en unos versos acrónimos, como acusado por la inquisición, documentos que demuestran que fue el autor de “La Celestina”.
Estudió leyes en la Universidad de Salamanca, según él mismo afirma en La carta del autor a un amigo suyo, que precede el texto de su obra. Parece documentado que hacia 1496-97 habría obtenido su grado de Bachiller en Leyes.
No se puede dudar de que es el autor de esta impresionante obra,  que escribió con pocos años mas que su protagonista, Calisto, que rondaba los veintitrés i el tendría unos veinticinco en el momento en que comenzó a escribir  “La tragicomedia de Calisto y Melibea”, conocida anteriormente y en otras ediciones mas antiguas de esta novela.
Murió en 1541 en Talavera de la Reina, entre el 3 y el 8 de abril. Sus restos fueron enterrados en el convento de la Madre de Dios de esa ciudad y en los años 80 fueron trasladados a la Colegiata de Santa María la Mayor de Talavera. Se conserva su testamento, fechado ese día 3, muy detallado, que ha sido el deleite de los críticos al poder estudiar su abundante biblioteca. Dejó los libros de Derecho a su hijo, que también fue abogado, y los de literatura profana a su esposa. En el inventario de su biblioteca solo figura un ejemplar de La Celestina (cuando murió había al menos 32 ediciones de la obra) y ninguno de la Segunda comedia de La Celestina y de la Tercera parte de la tragicomedia de Celestina, publicadas en vida de Rojas.


domingo, 12 de enero de 2014


ESCENA: MUERTE DE CELESTINA




En esta escena podemos contemplar la avarícia y las ganas de sacar beneficio tanto de Celestina como los dos criados, Pármeno y Sempronio.
Los dos criados salen de casa de Calisto para que Celestina les de su parte del collar que le dio Calisto. La alcahueta les abre la puerta y todo comienza bien hasta que el tema se les va de las manos: Celestina les dice que quien se ha esforzado para conseguir un buen trabajo ha sido ella, que ellos no han echo nada para merecer parte de recompensa por tal ayuda y les dice que se vayan antes de que llame a la justícia.
 La situación comienza a agrabarse cuando Sempronio, en una rrebato de rabia, saca su espada y entre gritos Celestina es acuchillada mortalmente ante la presencia de Elicia que no sabe que hacer.

Los dos criados se dan cuenta de que la puerta esta cerrada y no tienen escapatoria. Deciden, antes de que la justícia los asesine, morir ellos y saltan por una ventana del piso de arriba.

martes, 7 de enero de 2014

Resumen acto XIV, XV, XVI

ACTO XIV

Melibea y Lucrecia eseran a Calisto pero el se está retrasando, por eso la joven hermosa se está impacientando. Ponen una escalera para que pueda acceder a donde estan ellas. El encuentro con Calisto es muy apasionado: Melibea no quiere ir rápido, quiere que respete su honra, pero Calisto no se puede aguantar, y al fin y al cabo, Melibea acaba contenta, el amor acaba consumandose, aunque lamenta la perdida de su virginidad.

La muerte está siempre presente con las acciones amorosas. Acaba con un monologo muy interesante de Calisto, en el cual podemos apreciar  al personaje enfrentado contra su propia consciendia, se lamenta de la muerte de sus dos criados Sempronio y Pármeno. Culpa al juez imaginariamente de la muerte de estos, nos explica que lo conoce en propia persona, hace una reflexion sobre la ley, nos dice que ha de ser igual para todos, sin favoritismos.

ACTO XV

Elicia va a casa de Areúsa. Ella está discutiendo con un hombre, Centúrio, un hombre mentiroso, malechor, con cortes en la caral, al cual Areúsa siempre le está salvando, le ha liberado de la justícia, y ella le pide un favor y el no la quiere ayudar. Centúrio sale.
Areúsa se sorprende del aspecto de Elicia. Esta le informa que no sólo han muerto Sempronio y Pármeno, sino que éstos asesinaron a Celestina enfrente de ella. Celestina y Sempronio habían sido su sustento y maldice  Calisto y Melibea por haberle causado tal perdida.

Areúsa cree que en el cosnsuelo no está en las lágrimas sino en la venganza:

muchas cosas se pueden vengar que es imposible remediar y ésta tiene el remedio dudoso y la venganza en la mano.


Decide que le pedirá a Centurio que dé muerte a Calisto cuando éste vuelva a salir para reuinirse con Melibea. Mientras tanto le pide a Elicia que se mude a su casa. Esta se lo agradece, pero prefiere vivr en la suya. Elicia hará las debidas averiguaciones sobre el encunetro de Calisto y Melibea por medio de Sosia. Sale para su casa.


ACTO XVI

Pleberio y Alisa conversan sobre el futuro de su hija. Ya tiene edad de casarse. es la única heredera de sus bienes. La doncella reúne en sí además de la riqueza, discreción, honestidad, viginidad. No habría caballero que fuera a rehuir tal casamiento. Alisa se muestra de acuerdo con su marido. Melibea, por su parte, que está oyendo, con Lucrecia, la conversacón de sus padres, califica de devaneos tales elucubraciones. No estaban enterados de que llevaba ya un mes viendo a Calisto. La doncella defiende sus amoríos y los compara con otros famosos de la mitología y la historia. Harta de la conversación, recomienda a Lucrecia que entre y los interrumpa con algún tipo de pretexto.

Resumen acto XI,XII,XIII

ACTO XI

Celetina sale de la casa de Melibea y se reúne con Sempronio y Pármeno que recohen a Calisto de la iglesia. Celestina da la enhorabuena a Calisto porque ha convertido a Melibea en su servidora.
El joven caballero se enoja porque el habla de Celestina no es cortés:

Habla cortés, madre, no digas tal cosa, que dirán estos mozos que estás loca. Melibea es mi señora, Melibea es mi Dios, Melibea es mi vida; yo su cautivo, yo su siervo.

Calisto da a Celestina una cadenilla de oro como pago por su buen trabajo. Los dos criados saborean la ganancia que su parte de la cadena les supondrá. Pármeno pondera que no daría su parte por medio marco de oro. Celestina insiste en la disposición de Melibea a entregarse a Calisto. El joven caballero se siente agobiado, enajenado; se pregunta si estaría soñando, se siente morir de gozo:

Muerto soy de aquí allá, no soy capaz de tanta gloria, no merecedor de tan gran merced, no digno de fablar con tal señora de su voluntad y grado.

Celestina se despide, alegre de su recompensa. Llega a casa donde Elicia le reprocha su tardanza y quiere que reflexione que a su edad ya no debe andar sola, tan tarde, pues puede tropezar y caerse, y morir. Cenan y se acuestan.

ACTO XII

Cerca la medianoche, Calisto y sus dos criados salen armados hacia la casa de Melibea. La noche está oscura y quieren prevenirse contra cualquier eventual emboscada. Calisto le encomienda a Pármeno que vaya y mire entre las puertas, a ver si ha llegado Melibea. Pármeno hace saber a amo que es más apropiado que sea a él a quien Melibea vea primero. Calisto se adelanta. Los criados quedan rezagados temerosos. Es Lucrecia, la criada, quien reconoce a Calisto por la voz. Melibea se acerca a la puerta y manda a su criada a la cama. Melibea expresa frialdad y miedo que su honra quede dañada.

A Calisto, ante tal fraildad, le asalta el presentimiento de haber sido engañado por sus dos criados y alcahueta:
¡Oh malaventurado Calisto! !Oh cuán burlado has sido de tus siruientes! ¡¡Oh engañosa muger Celestina! !Dejárasme acabar de morir y no tornaras a vivificar mi esperanza, para que tubiese más que gastar el fuego que ya me aqueja!
Melibea asegura a Calisto que con sus palabras solo había tratado de probar su fidelidad, y le confirma su gozo y su entrega: Los dos amantes acuerdan verse al dia siguiente en el huerto.
MEL.__ ... conténtate con venir mañana a esta hora por las paredes de mi huerto
El diálogo cesa y los jóvenes se apartan cuando Sempronio y Pármeno avisan a su amo de la guadia nocturna que se acerca con hachas. Pleberio, en su alcoba, se despierta ante el bullicio en la habitación de Melibea. Alicia le confirma haberlo oído. Pleberio le pregunta a Melibea qué pasaba. Esta le dice que tenía sed y Lucrecia había salido por jarro de agua.
Entre tanto, Calisto y sus criados llegan a casa. Calisto se dipone a ir a la cama y aconseja a sus mozos a hacer lo mismo. Sempronio, sin embargo, no deja de pensar en la cadena de oro y en la parte que les correspondía y quiere arreglar cuentas con la vieja Celestina, cuanto antes. Los mozos salen hacia la casa de Celestina. La llaman desde la ventanilla de la alcoba. Celestina les abre. Entran. Declaran que vienen por su parte de la cadena. Celestina, siempre tan astuta, se muestra confusa en sus explicaciones. Les dice se la dio a Elica, que no sabe dónde la puso, que no es que fuera de mucho valor, añadiendo que se temía que unos familiares que la visitaron se la habrían llevado; y concluye que, en cualquiera de los caso, la cadena le pertenecía a ella y a nadie mas . La disputa sigue; se da cuenta de que la situación se agraba y pide a Elicia que pida ayuda a la justícia:
¿Qué es esto? ¿Qué quieren decir tales amenazas en mi casa? ¿Con una oveja mansa tenéis vosotros manos y braveza? ¿Con una gallina atada? ¿Con una vieja de sesenta años? ¡¡Allá, allá, con los hombres como vosotros, contra los que ciñen espada, mostrad vuestras iras; no contra mi flaca rueca!
Sempronio saca la espada y entre los gritos de Celestina, entre súplicas de ésta a Pármeno para que le detenga, y entre demandas de éste a Sempronio para que le dá fuerte, Celestina es acuchillada. Ante la gente que acude, Sempronio y Pármeno saltan por la ventana. Caen y mueren descalabrados.

ACTO XIII

Calisto se despierta de un azucarado sueño. Quiere cerciorarse de que lo experimentado aquella noche no había sido pura fantasía. Para ello trata de interrogar a sus criados. Se encuentra con Tristán. Le manda a buscar a Sempronio y Pármeno. En aquellos instantes llega Sosia, el mozo de espuelas, todo desgreñado, con la noticia de que Sempronio y Pármeno han sido degollados públicamente en la plaza. Calisto culpa a la mala fortuna de los incidentes, pondera cómo Celestina era mala y falsa, condenada a morir de mala manera, y se revela contra el destino, decidido a acudir a la cita con Melibea, y sustituir a los criados muertos por Tristán y Sosia, quienes le acompañarán al huerto con escalas

domingo, 5 de enero de 2014

Resumen acto VIII,IX

ACTO VIII

Pármeno se despiertas en la cama de Areúsa y  se da cuenta de que es ya mediodía, es muy tarde y debe volver a su hogar inmediatamente. Antes de salir él invita a Areúsa a la cena en casa de Celestina. En el camino se cree el hombre más feliz del mundo, agradeciendole a Celestina los favores que le ha hecho.

Al llegar a su casa, Pármeno se reúne con Sempronio, quien le reprocha su tardanza y Pármeno le cuenta lo sucedido y hace participe de su gloria: la gloria de haver alcanzado a Areúsa. Pármeno se arrepiente de haberse opuesto a los planes de Sempronio y Celestina y está dispuesto a cooperar con ellos en todo, pues reconoce que en el juego de Calisto y Mlibea hay oportunidad de ganancias. Los dos criados acuerdan olvidar el pasado en vista de un futuro muy prometedor. Entre los dos criados acuerdan delebrar una comida en casa de Celestina, con Elicia y Areúsa. Mientras tanto, en la alcoba, como de costumbre, Calisto delira de amor, recitando poesía, entre sueños, sin saber que hora es.  Se dispone a ir a la iglesia. En su atolondramiento, se dispone a entregar a la disposición de su criado:

Sempronio mi fiel criado, mi buen consejero, mi leal servidor, sea como a ti te parece. Porque cierto tengo, según tu limpieza de servicio, quieres tanto mi vida como la tuya.

ACTO IX

Sempronio y Pármeno salen a ir a casa de Celestina para la comida. Ellos caminan a la iglesia a ver si Celestina está alli, pues ésta suele ir cuand en su casa falta comida.

Los dos criados piensan que Celestina no es muy de fiar, pero al mismo tiempo creen que, para bien de todos no deben darle publicidad a su ruindad. Elicia y Areúsa están impacientes porque ellos se retrasan. Cuando llegan, los cinco se sientan a la mesa frente a una comida abundante. Elicia, algo celosa, se enoja con Sempronio por los inmerecidos elogios a Melibea. Se levanta de la mesa, per se apacigua eventualmente y la convences de que regrese y goce de una buena comida. Lucrecia llega con un mensaje de Melibea. Areúsa aprovecha para lanzar una durísima crítica contra las señoras y el servicio en general; ella se cree feliz por no estar sometida. Celestina secunda sin reserva todo lo dicho por la joven prostituta. Lucrecia comenta sobre lo dificultoso que le seria mantener en años anteriores a tantas mozas en el burdel. Celestina responde que no podía estar más equivocada. Aquellos fueron años de apoteosis, con nueve mozas entre los catorce y dieciocho años que ofrecian sus favores a todos los dignatarios, incluidos los clérigos, entre los cuales se considerava duquesa.

Lucrecia, a solas con Celestina, le ruega que vaya a casa de su señora Melibea y le llebe el cordón ceñidero, pues aquella se encontraba afectada por ciertos desmayos y un dolor del corazón y , además, necesitaba sus consejos. Celestina y Lucrecia se dirigen a casa de Melibea.

 ACTO X


Melibea habla consigo misma acerca de su amor a Calisto. Ella es opuesta por sus sentimientos del amor y su necesidad al guardar su honor y la pureza.
No se desdore aquella hoja de castidad que tengo asentada sobre este amoroso deseo, publicando ser otro mi dolor, que no el que me atormenta .


Lucrecia entra la habitación de Melibea e invita entrar a Celestina. Melibea espera que Celestina tenga capaz al curar su sufrimiento. Celestina no prescribirá una cura a Melibea hasta que ella admita completamente la naturaleza de sus infortunios. Melibea revela a Celestina su pasión por Calisto. Celestina hará los arreglos para Calisto se reúna con Melibea en las puertas de su casa a la medianoche. Alisa llega y Celestina se ausenta. La madre amonesta a su hija sobre la vieja:
Guarte, hija, della, que es gran traidora; que el sotil ladrón siempre rodea las ricas moradas. Sabe ésta con sus traiciones, con sus falsas mercadurías, mudar los propósitos castos. Daña la fama; a tres veces que entra en una casa, engendra sospecha.

viernes, 3 de enero de 2014

ACTO V

Celestina esta contenta ya que ha llevado a cabo con gran éxito la misión de persuadir a Melibea. Está orgullosa de haver conseguido lo que otras muchas hubieran fracasad, y dice así:

 ¡¡O cuántas erraran en lo que yo he acertado!

En el transcurso de llegada de Celestina a su propia casa, Sempronio está esperando su llegada con intriga de saber lo sucedido con Melibea. Celestina no quiere contar nada antes de ver al propio Calisto, al cual le hablara maravillas de lo sucedido. Celestina y Sempronio van caminando juntos, mientras que tienen una conversación alegre.
En casa de Calisto, Pármeno, su ``fiel´´criado, le comunica a Calisto que está viendo llegar a Celestina y Sempronio, y este le dice que se apresura para abrirles las puertas, está ansioso por saber lo que Melibea a respondido, torturado de amor y dolor a la vez:

 ¡Oh, mis tristes oídos! Aparejaos a lo que os viniere, que en su boca de Celestina está agora aposentado el alivio o pena de mi corazón.

ACTO VI

Calisto está ansioso por saber de Melibea. Celestina, con sus dotes de persuasión, con su característica maestria en digresiones y circunloquios, trata de acrecentar el ansia del joven enamorado, en ocasiones haciendole esperar lo mejor, en otras influyéndole temores. Aprovecha Celestina para resaltar lo arduo de su empresa: cómo tuvo que arriesgar su vida, poniéndole al tablero, y cómo logró al fin ganarse la amistad de Melibea, de tal manera que en adelante le abriría a pesar de su pobre apariencia:

Buena se puede decir, pues queda abierta puerta para mi tornada y antes me recibirá a mí con esta saya rota, que a otro con seda y brocado.

Pármeno, entre tanto, no deja de entremeter comentarios duros contra Celestina y los locos enamorados.
Sempronio trata de contenerle para impedir que eche abajo todo el negocio que están tramando. Calisto se arrodilla ante Celestina mientras ella contin´´ua contándole lo que ocurrió entre ella y Melibea, de manera muy prolija, hasta que llega al cordón que entrega a Calisto. Celestina, como era de esperar, le pide una recompensa  Calisto por dicho cordón y él le dice que no tema por eso, que le ofrecerá todo lo que ella le pida. A continuación ordena a Pármeno que acompañe a Celestina hasta su casa.

ACTO VII

 Celestina y Pármeno salen de casa del joven Calisto. Ella se cree con autoridad para amonestar a Pármeno, al que si va en contra de sus intereses, pueden perjudicar los intereses de todos. Le dice que ha de ser más cariñoso con Sempronio, ya que ha de tomar al joven criado como modelo:

Crecería vuestro provecho dándoos el uno al otro la mano, ni aun habría más privados con vuestro amo que vosotros. Pues sabe que es menester que ames si quieres ser amado.

Celestina recurre a mencionarle a Pármeno que no ha sido más mala de lo que lo fué su madre, insinuando que debería aceptarla en su lugar. Por si tales dichas no bastaran, le ofrece también a Areúsa. Entra Celestina en la habitación de la chica. Comienzan a hablar y Celestina le saca el tema de los enamorados. Ella le dice que tiene un amigo no ahora no está por motivos personales, y Celestina comienza con su repertorio: le dice a Areúsa que tales amigos no merecen tanta fidelidad. Le habla de Pármeno, compañero de Sempronio, amigo de Elicia , su prima, y de los beneficios que le proporcionaria su amistad. Ella le dice que tiene mal de menstruación y  Celestina hace subir a Pármeno porque le dice que de esta manera se le paran los males, per en realidad quiere ser fiel a su pareja, en canvio acaba aceptando.Celestina, al ver la situación, se muere de envidia:

Quedaos adiós, que voyme sola porque me hacéis dentera con vuestro besar y retozar. Que aun el sabor en las encías me quedó: no le perdí con las muelas.


Celestina sale. En su casa la espera Elicia. Elicia y Celestina discuten pero al final se arregla todo entre ellas.

jueves, 2 de enero de 2014

Resumen acto 4

 ACTO IV

Celestina camina a la casa de Melibea pensando en lo que acontecerá cuando ella llegue. Teme no ser bien recibida y que su visita se tome a ofensa: por un lado pueden que la manteen o la azoten; por otro, si no entra, será objeto de la furia de Calisto. Es más honorable sufrir el castigo que romper la confianza de alguien. Cuándo Celestina llega a la casa, Lucrecia, sirviente de Melibea, prima de Elisa, y una amiga suya la saludan a la puerta. Celestina dice que venía de visita; pero Lucrecia duda de eso, pues sabe que Celestina nunca hace nada sin interés de lucro. Celestina explica a Lucrecia que ella viene a ofrecerle unos hilos a Melibea y su madre. Lucrecia dice que Alisa, madre de Melibea, llevaba unos días tejiendo y que el hilo le vendría bien.

 Alisa recuerda a Celestina, a la que llama buena pieza y, con todo, la invita a entrar. Alisa está ansiosa de comprar el hilo que Celestina describe como
Delgado como el pelo de la cabeza, igual, recio como cuerdas de vihuela, blanco como el copo de la nieve, hilado todo por estos pulgares, aspado y aderezado. Velo aquí en madejitas.
Repentinamente, Alisa se da cuenta de que ella debe salir a visitar a su hermana que está enferma y deja Melibea sola con Celestina. Celestina aconseja a Melibea a gozar su lozana juventud antes que llegue la vejez con sus achaques:
Dios la deje gozar su noble juventud y florida mocedad, que es el tiempo en que más placeres y mayores deleites se alcanzarán. Que, a la mi fe, la vejez no es sino mesón de enfermedades, posada de pensamientos, amiga de rencillas, congoja continua, llaga incurable, mancilla de lo pasado, pena de lo presente.Celestina se extiende en rodeos sobre la necesidad de curar a los enfermos moribundos; en particular un enfermo que le preocupaba:
¡Doncella graciosa y de alto linaje! tu suave fabla y alegre gesto, junto con el aparejo de liberalidad, que muestras con esta pobre vieja, me dan osadía a te lo decir. Yo dejo un enfermo a la muerte, que con sola una palabra de tu noble boca salida, que le lleve metida en mi seno, tiene por fe que sanará, según la mucha decocción tiene en tu gentileza.