jueves, 2 de enero de 2014

Resumen acto 4

 ACTO IV

Celestina camina a la casa de Melibea pensando en lo que acontecerá cuando ella llegue. Teme no ser bien recibida y que su visita se tome a ofensa: por un lado pueden que la manteen o la azoten; por otro, si no entra, será objeto de la furia de Calisto. Es más honorable sufrir el castigo que romper la confianza de alguien. Cuándo Celestina llega a la casa, Lucrecia, sirviente de Melibea, prima de Elisa, y una amiga suya la saludan a la puerta. Celestina dice que venía de visita; pero Lucrecia duda de eso, pues sabe que Celestina nunca hace nada sin interés de lucro. Celestina explica a Lucrecia que ella viene a ofrecerle unos hilos a Melibea y su madre. Lucrecia dice que Alisa, madre de Melibea, llevaba unos días tejiendo y que el hilo le vendría bien.

 Alisa recuerda a Celestina, a la que llama buena pieza y, con todo, la invita a entrar. Alisa está ansiosa de comprar el hilo que Celestina describe como
Delgado como el pelo de la cabeza, igual, recio como cuerdas de vihuela, blanco como el copo de la nieve, hilado todo por estos pulgares, aspado y aderezado. Velo aquí en madejitas.
Repentinamente, Alisa se da cuenta de que ella debe salir a visitar a su hermana que está enferma y deja Melibea sola con Celestina. Celestina aconseja a Melibea a gozar su lozana juventud antes que llegue la vejez con sus achaques:
Dios la deje gozar su noble juventud y florida mocedad, que es el tiempo en que más placeres y mayores deleites se alcanzarán. Que, a la mi fe, la vejez no es sino mesón de enfermedades, posada de pensamientos, amiga de rencillas, congoja continua, llaga incurable, mancilla de lo pasado, pena de lo presente.Celestina se extiende en rodeos sobre la necesidad de curar a los enfermos moribundos; en particular un enfermo que le preocupaba:
¡Doncella graciosa y de alto linaje! tu suave fabla y alegre gesto, junto con el aparejo de liberalidad, que muestras con esta pobre vieja, me dan osadía a te lo decir. Yo dejo un enfermo a la muerte, que con sola una palabra de tu noble boca salida, que le lleve metida en mi seno, tiene por fe que sanará, según la mucha decocción tiene en tu gentileza.

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