Pármeno se despiertas en la cama de Areúsa y se da cuenta de que es ya mediodía, es muy tarde y debe volver a su hogar inmediatamente. Antes de salir él invita a Areúsa a la cena en casa de Celestina. En el camino se cree el hombre más feliz del mundo, agradeciendole a Celestina los favores que le ha hecho.
Al llegar a su casa, Pármeno se reúne con Sempronio, quien le reprocha su tardanza y Pármeno le cuenta lo sucedido y hace participe de su gloria: la gloria de haver alcanzado a Areúsa. Pármeno se arrepiente de haberse opuesto a los planes de Sempronio y Celestina y está dispuesto a cooperar con ellos en todo, pues reconoce que en el juego de Calisto y Mlibea hay oportunidad de ganancias. Los dos criados acuerdan olvidar el pasado en vista de un futuro muy prometedor. Entre los dos criados acuerdan delebrar una comida en casa de Celestina, con Elicia y Areúsa. Mientras tanto, en la alcoba, como de costumbre, Calisto delira de amor, recitando poesía, entre sueños, sin saber que hora es. Se dispone a ir a la iglesia. En su atolondramiento, se dispone a entregar a la disposición de su criado:
Sempronio mi fiel criado, mi buen consejero, mi leal servidor, sea como a ti te parece. Porque cierto tengo, según tu limpieza de servicio, quieres tanto mi vida como la tuya.
ACTO IX
Sempronio y Pármeno salen a ir a casa de Celestina para la comida. Ellos caminan a la iglesia a ver si Celestina está alli, pues ésta suele ir cuand en su casa falta comida.
Los dos criados piensan que Celestina no es muy de fiar, pero al mismo tiempo creen que, para bien de todos no deben darle publicidad a su ruindad. Elicia y Areúsa están impacientes porque ellos se retrasan. Cuando llegan, los cinco se sientan a la mesa frente a una comida abundante. Elicia, algo celosa, se enoja con Sempronio por los inmerecidos elogios a Melibea. Se levanta de la mesa, per se apacigua eventualmente y la convences de que regrese y goce de una buena comida. Lucrecia llega con un mensaje de Melibea. Areúsa aprovecha para lanzar una durísima crítica contra las señoras y el servicio en general; ella se cree feliz por no estar sometida. Celestina secunda sin reserva todo lo dicho por la joven prostituta. Lucrecia comenta sobre lo dificultoso que le seria mantener en años anteriores a tantas mozas en el burdel. Celestina responde que no podía estar más equivocada. Aquellos fueron años de apoteosis, con nueve mozas entre los catorce y dieciocho años que ofrecian sus favores a todos los dignatarios, incluidos los clérigos, entre los cuales se considerava duquesa.
Lucrecia, a solas con Celestina, le ruega que vaya a casa de su señora Melibea y le llebe el cordón ceñidero, pues aquella se encontraba afectada por ciertos desmayos y un dolor del corazón y , además, necesitaba sus consejos. Celestina y Lucrecia se dirigen a casa de Melibea.
ACTO X
Melibea habla consigo misma acerca de su amor a Calisto. Ella es opuesta por sus sentimientos del amor y su necesidad al guardar su honor y la pureza.
Lucrecia entra la habitación de Melibea e invita entrar a Celestina. Melibea espera que Celestina tenga capaz al curar su sufrimiento. Celestina no prescribirá una cura a Melibea hasta que ella admita completamente la naturaleza de sus infortunios. Melibea revela a Celestina su pasión por Calisto. Celestina hará los arreglos para Calisto se reúna con Melibea en las puertas de su casa a la medianoche. Alisa llega y Celestina se ausenta. La madre amonesta a su hija sobre la vieja:
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ResponderEliminarTe has copiado de este resmuen http://people.duke.edu/~garci/garcitextos/ROJAS-FD/CELESTINA/RESUMEN.HTM
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